viernes, 10 de enero de 2014

La Loca de los Gatos



Yo siempre he sido más de perros que de gatos la verdad, pero qué le vamos a hacer, si en este caso que me ocupa, son los gatos los protagonistas.. Y es que una llega a una "cierta edad" casi sin darse cuenta en la que no sabes si tener 7 gatos y muchos libros o rizarte la pestaña y vivir a lo loco. Eso si, la vida vivida ha pasado mientras tanto llena de alegrias, rebajas al 50%, noches de chicas, trabajos, dietas para estar divina, libros, películas, y más de un desengaño amoroso. Y precisamente en este punto es donde me detengo y comienzo a reflexionar.

Después de una laaaaarga relación que no acabó nada bien, mejor dicho, acabó como el rosario de la aurora, me ví a mi misma a un paso de los 30, compuesta y sin novio. A priori, después de llorar mares y perder unos cuantos kilos, no era un mal plan. A los 30, soltera. Con trabajo, casita propia, amigas dispuestas a darlo todo por mí (gracias chicas) y muchas ganas de salir a conocer mundo y de paso a mi misma, que entre tantos años de relación "conyugal" había dejado de saber quien era esa chica que se miraba en el espejo. Así que durante algún tiempo me dediqué a lo que cabía esperar en una situación así.. Beber vino, comprarme zapatos de tacón y también flirtear con alguno que otro...

Pero todo lo "bueno" se acaba, y al final del día llegaba a mi casa y me sentía rara. Tampoco diré que me sentía vacía, o que me faltaba algo, no. Es cierto que yo soy de las que les gusta estar en pareja, pero no creo que la felicidad de una persona pase por estar con otra y menos a cualquier precio, que ya sabemos que hay mucho indeseable suelto por el mundo. Lo que a mi me pasaba en realidad era que el plan vital que durante mucho tiempo había tenido en mente  de repente, de golpe y porrazo se había esfumado.

Siempre me vi a mi misma como una madre joven, con dos o tres niños. Disfrutando de llevarlos al MacDonalds a pedirse un Happy Meal, o de ver una peli de dibujos en casa. Vamos, recordaba lo feliz que había sido mi infancia y cómo me gustaría recrearla con mi propia descendecia. Que llegara el sábado por la mañana y acurracarnos todos en la cama grande de "papá y mamá" remoloneando y sin ganas de sacar un pie de debajo de las mantas. El caso es que todas aquellas imágenes se iban desvaneciendo cada vez que volvía a casa a las 3.00 a.m de la mañana con los pies doloridos por mis maravillosos zapatos de tacón.

Fueron pasando los meses y dejando a un lado frivolidades varias, hice un viaje interior maravilloso. Tanto viajé que me llevó más lejos de lo que pensaba. Y empecé a valorar mi día a día por lo que era, a mi misma por lo que había conseguido y a la vida por los momento que me regalaba de felicidad intensa a cada paso. Decidí que no quería pensar más en si podría llegar a ser madre o no, en si volvería a amar o no, o si podría construir la familia que tanto había anhelado. Y entonces,un día caluroso de Septiembre mientras trasplantaba unos rosales a una maceta más grande, recibí una llamada que me cambiaría la vida.

Han pasado sólo 4 años desde entonces y he sumado a mi vida dos Retoños y un Solete que hacen que mis sábados sean de remolonear bajo las mantas..

Perooo.. ¿Y si esa llamada no hubiera llegado? ¿Cómo sería mi vida entonces? Seguro que estupenda también, no me cabe la menor duda. Pero quizá mi sueño de ser madre se habría esfumado para siempre. O quizá no. ¿Tendría que ser siempre la Loca de los Gatos? O no...

La vida a veces nos pone en tesituras curiosas... La maternidad siempre ha pasado por tener alguien a tu lado con quien compartirla. Al menos en un primer momento. Así que la mayoría seguimos esperando al Príncipe Azul con el que tener descendencia. Pero a veces éste no llega nunca. Y siendo así llegas a otra "cierta edad", a una más cierta que la anterior, donde el arroz está a punto de pasarse y esa parte de ti que quería ser mamá, parece que no se verá realizada nunca. Por suerte conozco a mujeres valientes y estupendas que apuestan por no quedarse paradas, y que de una manera responsable y humilde deciden ser madres por su cuenta, porque  se han cansado de esperar a un príncipe en sus vidas.. Mujeres increíbles que pese a las trabas que se van a encontrar por el camino, muchas más de las que nos encontramos las mamás "convencionales", siguen adelante para conseguir su sueño: remolonear el sábado por la mañana bajo las mantas con su pequeño retoño. Las felicito.

Por cierto, mañana es sábado... ¿Se imaginan mi plan para el comienzo del día?

¡Feliz Viernes!






2 comentarios:

  1. Tu si que eres mi solete!!! Eres toda una escritora! Enhorabuena, y sigue así.

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  2. Carlita! Felicidades por tu blog. Me encanta leerte, es como tener una charla de esas que tan bien describes, copa de vino en mano y zapatos de tacón recién llegadas de bailotear...y que tanto compartimos en esa etapa de nuestras vidas que acabó con un viaje a japón pasando por México (quiero una entrada de eso ehhhh!!). Keep it up!! love u

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