La primera vez que vi a mi Solete fue hace tantos años que ni tan siquiera él se acuerda... Y doy gracias de que no sea así, no se vayan a pensar, porque entonces yo acababa de cumplir los trece y él estaba ya en la universidad, o sea, no hubiera sido bonito, ni legal.
El caso es que yo lo ví en casa de mi primo y pensé: "vaya"... Un vaya que esconde tantas cosas como una pipiola de esa edad, pueda pensar del amigo "guaperas" de su primo... ya me entienden...

Hace unas pocas entradas hablé de una llamada que cambió mi vida. Y esa fue la tercera vez que el Solete y yo nos encontramos y ya no nos separamos. Muchas veces decimos en plan romanticón que nos unió el destino, otras pienso que el que nos unió fue mi primo. Y otras, que simplemente encajas con alguien y no hay que darle más vueltas.
Sin embargo pienso en la suerte que tengo. No se crean, no siempre ha sido así. Hasta llegar donde estoy ahora, he sufrido mucho y llorado aun más. Me he perdido unas cuantas veces por el camino. Y hasta dejé de ser yo misma durante unos cuantos años, porque pensé que era mejor convertirme en la persona que otro quería que fuera. "Así me querrá más", pensaba yo... Un día decidí que me quería más a mí que al otro fulano y que había que cortar por lo sano.
Lloré, me enfadé y me alquilé un piso. Y el resto ya lo saben. Solete apareció en mi vida y la llenó de luz y confianza. A veces hablamos, como hablan los enamorados, ya saben, en bajito, y nos damos cuenta de lo afortunados que somos porque vivimos la relación intensamente. Escuchamos otras historias, llenas de desencuentros, dificultades emocionales, y demás idas y venidas, y ahí sólo veo sufrimiento, no amor. Después de haber vivido las dos caras de la moneda, me doy cuenta de que precisamente el amor llega de puntillas, y se queda sin pedirlo.
Un día te levantas, las sábanas están revueltas y tu pelo también. Miras a tu alrededor con ojos de mirar sin ver, y te das cuenta de que hay algo diferente en tu habitación. No son los muebles, ni el perro, que sigue durmiendo en su rincón. Eres tú, que has descubierto que se puede amar de verdad.
Y eso, señoras, creanmé que es la sensación más maravillosa del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario